Ayer se publicaba en El Mundo el artículo La nueva política era un espejismo, por Lucía Méndez, que recordaba aquel debate del 27 de octubre de 2015 entre Pablo Iglesias y Albert Rivera con Carlos Alsina como moderador, y nos invitaba a la reflexión sobre lo acontecido desde entonces:
«Fue una discusión cómplice, apenas se interrumpieron, discreparon y coincidieron de forma elegante, amable y civilizada. Sin descalificaciones. Al finalizar se saludaron de forma distinta a como lo hacían los políticos de siempre. Entrelazando sus puños en alto. Ambos con camisa blanca y pantalones deportivos y con pulseras de tela en las muñecas. El significado detrás de ese significante parecía querer decir: tomamos el relevo de lo viejo y lo haremos de otra manera.
Un año después de aquella foto, y dos elecciones mediante, ambos partidos son ya parte del paisaje institucional. Podemos dispone de un fuerte grupo parlamentario de 71 escaños y Ciudadanos tiene una apreciable representación de 35 diputados. Por el camino, entre una y otra elección, Rivera se dejó cinco escaños. El concepto «nueva política», que hace un año fue el eje de la campaña electoral de las primeras elecciones, ha desaparecido del mapa. Como también el entusiasmo entre los sectores que llevaron a Podemos y Ciudadanos a las instituciones, convirtiendo el bipartidismo en el multipartidismo. Entre otras cosas, porque toda aquella agitación política que dio lugar a una interinidad institucional de 300 días ha acabado con la continuidad de Mariano Rajoy en La Moncloa.
En un año, la nueva política ha madurado hasta verse afectada por las mismas dinámicas que la vieja. Podemos afronta una división interna por la pugna estratégica entre su número uno y su número dos, y Ciudadanos un futuro incierto tras un pacto con el PP, partido al que hace sólo 12 meses aspiraba a suceder. Y ambas fuerzas políticas nuevas se combaten dentro y fuera del Congreso con virulencia y aspereza. Con más virulencia y aspereza incluso de la que se gastan los partidos viejos, PP y PSOE. No importa el motivo. La victoria de Donald Trump en las elecciones norteamericanas fue aprovechada esta semana por Albert Rivera para volver a presentarse como un cruzado contra el populismo, identificando a Pablo Iglesias con Trump. El líder de Podemos le respondió llamándole «mascota de Rajoy» y acusándolo de representar «el cuñadismo de extremo centro»».
Y es que el tema de la relación entre Donald Trump y Podemos ha estado esta semana de actualidad, entre otras cosas, por la carta abierta que le dedicó Pablo Echenique en Twitter al recién elegido presidente estadounidense y que ha servido para desatar el humor tan peculiar e implacable de la red:
Hey @realDonaldTrump, I’ve written a letter to you (inspired by @Albert_Rivera and @susanadiaz). pic.twitter.com/tRo8pA2A1f
— Pablo Echenique (@pnique) November 10, 2016
Parece que continúa el espectáculo que muchos pensaban que llegaría a su fin con la investidura. Sin ir más lejos, hoy martes El País publica el artículo De Trump a Podemos: qué es exactamente el populismo, que se ha extendido rápidamente por las redes sociales alcanzando el número uno en «trending topics» nacionales, y que trata de analizar lo que realmente es el populismo y la posible diferencia entre «populismos de izquierdas o de derechas»:
«Su uso exitoso más reciente ha sido la campaña de Donald Trump: «La pregunta de mañana es: ¿quiénes queréis que gobierne América, la clase política corrupta o la gente?», se preguntaba Trump en la noche preelectoral.
En Europa el Brexit o el auge del Frente Nacional en Francia son otros ejemplos. En el sur de Europa, dos partidos de izquierda como Syriza y Podemos han usado esta distinción entre pueblo y élites. […]
La estrategia del ellos contra nosotros sería la gran similitud entre los populismos: “Lo que Trump y Podemos tienen en común es su reivindicación de que las élites han fallado a la gente y han usurpado la democracia. Como resultado, dicen que el pueblo debe ‘recuperar su país’ votando por ellos”, dice Duncan McDonnell, profesor de la Universidad Griffith en Brisbane (Australia). En Podemos creen que este análisis es demasiado simple: “Desde el inicio de la crisis asistimos a un proceso incuestionable de oligarquización de la economía y la política. Pensar que solo por eso se es populista, es un análisis apresurado”, dice Lago.
Es posible por tanto hablar de un populismo genérico. Hay sin embargo dos grandes diferencias entre los populismos de derechas y de izquierdas. Primero, obviamente, las políticas: “Podemos y el Frente Nacional tienen en común que dirigen sus ataques contra una élite liberal que creen responsable de los problemas. Difieren en el tipo de problemas que identifican y enfatizan, y en las soluciones que ofrecen”, dice Benjamin Stanley, profesor en la Universidad SWPS de Varsovia (Polonia).
La segunda distinción entre populismos de izquierda y derecha es la definición de pueblo: “La manera en cómo se construye el pueblo es la principal diferencia entre ambos populismos”, dice Chantal Mouffe, que junto a Ernesto Laclau inició una corriente que reivindica el populismo y es citada repetidamente desde Podemos. El pueblo puede ser un sujeto cívico o étnico. La derecha tiende a centrarse en el concepto étnico, de ahí su retórica sobre la inmigración. La izquierda es más inclusiva. Rebaja su definición del “nosotros” a algo más etéreo: “En Podemos dicen que el populismo es una forma de retórica con la que construyes una forma de pueblo”, dice Guillem Vidal, investigador en el European University Institute en Florencia (Italia)».
No es de extrañar, si miramos la actualidad, que surjan análisis de las similitudes enre partidos o candidatos, cuando fue el propio Iglesias quien, recientemente, declaraba que Podemos debía decidir “si seguir siendo populista o no”.
Si ésta es la nueva política, puede que se parezca mucho a la vieja, y ya no se habla sólo de la reciente; las comparaciones de las tensiones actuales con la situación que se vivió en los años 30 del pasado siglo, tampoco nos sorprenden.
Mujica compara la respuesta ciudadana que aupó a Trump con la que propició el nazismo y el fascismo en años 30 https://t.co/OnSo1fg8Ug pic.twitter.com/CektyKr9RH
— Juan Antonio Tirado (@jatirado) November 14, 2016
¿Qué queda, por tanto, de aquella voluntad de cambio verdadero? ¿Esto ha sido todo? Continúa Lucía Méndez:
«¿Qué fue de la camaradería que desprendía aquella foto? Juan Carlos Girauta, portavoz parlamentario de Ciudadanos, cree que la instantánea no reflejó la auténtica realidad, sino un espejismo derivado de las ansias de cambio político de la sociedad española. «Hubo una proximidad que fue exagerada por las circunstancias y los medios. Dos partidos nuevos que hacían hincapié en la regeneración política. En un momento dado pudo parecer que estábamos cerca. Era lógico cuando en un país con tanta tradición de bipartidismo aparecen dos fuerzas nacionales nuevas. Era una foto generacional, nada más, dos colegas de 35 y 36 años que se saludan de forma distinta al resto de los políticos y con la camisa remangada. La causa conectó con mucha gente, pero sus proyectos eran incompatibles. En la concepción de España, sobre todo. Las diferencias sobre la Constitución y la Transición no son salvables. Ellos quieren destruir el sistema y nosotros reformarlo», analiza Girauta.
Por su parte, los dirigentes de Podemos -que han entrado en el Congreso con una fuerza electoral mayor que Ciudadanos- siempre han tenido la sensación de que el partido de Albert Rivera les ataca para marcar territorio, sacar pecho y hacerse un hueco como combatiente contra el populismo. Ambos partidos nuevos coinciden en señalar que entre ellos existe un legítimo enfrentamiento entre posiciones políticas e ideológicas que PP y PSOE parecen haber dado por zanjado. En opinión del equipo de Pablo Iglesias, Ciudadanos fue impulsado por el establishment como el Podemos de derechas y por ello no tiene otro camino que ser la muleta de PP y PSOE en un intento de frenar el cambio radical del sistema político.
El politólogo del CSIC, Pepe Fernández Albertos, explica así la evolución estratégica de los partidos que representaron la nueva política: «Cuando se trataba de evidenciar las limitaciones del sistema de representación y de buscar la viabilidad política y electoral, el discurso de Podemos y Ciudadanos caminaba de forma paralela, a veces hasta de la mano. Pero una vez que los dos se consolidaron como fuerzas viables era inevitable la confrontación. Primero para competir por el voto de protesta. Y segundo porque las demandas de sus electorados están condenadas a ser incompatibles. Hay más diferencias socioeconómicas entre los electores de Podemos y Ciudadanos que entre los del PSOE y el PP»».
Y tú, ¿crees que esto es todo?
Fuentes:
- El Mundo: http://www.elmundo.es/espana/2016/11/13/58275aa5268e3e22468b45be.html
- El País: http://politica.elpais.com/politica/2016/11/14/actualidad/1479150607_282338.html
Edición: Rocío Santos / Imagen: David Fernández