Luis de Velasco escribe semanalmente un artículo de opinión en Republica.com. Reproducimos a continuación el artículo de hoy, 23 de noviembre, por su interés y porque creemos que invita a una reflexión profunda y abre un debate interesante. Agradecemos sinceramente su permiso explícito para esta referencia y os recordamos que podéis seguirlo semanalmente en Republica.com.
Son dos tendencias que se construyen a partir de hechos, unos recientes, otros menos. Ambas se influyen recíprocamente y contribuyen a crear un panorama inquietante, al menos para muchos. Una es la posible, incluso probable, vuelta al esquema del bipartidismo imperfecto. Dos partidos dominantes acompañados de otros menores. La segunda tendencia es la posible, incluso probable, profunda modificación de la realidad de España como nación. Veamos.
El bipartidismo imperfecto, con los dos partidos dinásticos turnantes a la manera de la Restauración, saltó por los aires hace poco. Ese bipartidismo puede restaurarse pero con una diferencia fundamental que viene marcada por la decadencia y caída del PSOE. Claros indicadores objetivos demuestran esto: desde la pérdida en escaños tanto en general como autonómicos y locales hasta la caída de militantes pasando por la creciente edad media de sus afiliados y votantes con el desierto del voto joven todo ello acompañado de indefinición programática y política y carencia de líderes que entusiasmen. Se configura así un proyecto político camino de la quiebra salvo medidas radicales acompañadas de algún milagro poco probable.
El bipartidismo imperfecto, con los dos partidos dinásticos turnantes a la manera de la Restauración, saltó por los aires hace poco.
En principio parece llamado a ocupar ese lugar en el nuevo bipartidismo y así lo han proclamado, Podemos. Pero hay muchas incógnitas. Entre ellas destacan sus formas basadas en una pretendida superioridad moral que a muchos ciudadanos no gustan y a otros inquietan. Su fiabilidad entre el votante es escasa y muchas fidelidades o simpatías disminuyen o desaparecen conforme se les conoce mejor, a ellos y sus recetas. Su organización basada en las “Confluencias” no asegura unidad de criterios sino, a veces, algo parecido a una jaula de grillos. En resumen, esos y otros factores hacen que su consolidación como segunda pata del bipartidismo sea hoy una incógnita aunque son los candidatos más firmes para ocupar ese hueco.
En 1982 tras la victoria electoral con mayoría aplastante, Alfonso Guerra declaró que en pocos años “a España no la conocería ni la madre que la parió”. Pues bien, cabe repetir eso mismo hoy porque si se confirma una clara tendencia actual pasará eso mismo dentro de no sé si muchos o algunos años. Esa tendencia se puede sintetizar así: el irresistible encanto que el nacionalismo secesionista ejerce sobre los partidos de centroizquierda o de izquierda en principio no nacionalistas. Léase PSOE y, sobre todo, la amalgama que se mueve en torno a Podemos. La llamada de la tribu los seduce convirtiendo en normal, incluso deseable, esa proximidad con el nacionalismo, algo totalmente anatema hasta hace bien poco en partidos de izquierda. En el caso de Podemos y adheridos variados está bien claro. En el caso del PSOE, hay fuertes resistencias internas pero la crisis con el PSC y la presencia de este en el Ayuntamiento de Barcelona así como el acuerdo de gobierno del PSE con el PNV muestran esa seducción nacionalista sobre los miembros de un partido cuesta abajo que quiere un lugar al sol y no quedarse afuera en el frío. Olvidan o, mejor, hacen como que olvidan que el objetivo de todo nacionalista es la nación propia (no en el sentido romántico sino en el jurídico y político) con Estado propio en el que las élites impulsoras de ese objetivo sean las principales beneficiarias. Al fin y al cabo, no son las naciones las que crean los nacionalismos sino a la inversa. Lo que para sus interlocutores no nacionalistas es el final de un proceso de negociación y acuerdos, para los nacionalistas, siempre insaciables, es el inicio de otro. Lo hemos visto muchas veces estos años.
La llamada de la tribu los seduce convirtiendo en normal, incluso deseable, esa proximidad con el nacionalismo, algo totalmente anatema hasta hace bien poco en partidos de izquierda.
Si estas dos tendencias señaladas adquieren cuerpo y se consolidan, a España dentro de años (por supuesto no sé cuántos) no la va a conocer ni la madre que la parió. Que ese resultado, que no es inevitable en absoluto, sea mejor o peor queda a gusto de cada cual.
Fuente: Republica.com http://www.republica.com/el-replicante/2016/11/22/dos-tendencias-preocupantes/
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