La huelga de deberes convocada por la CEAPA (Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos) está cercana a su fin y, a estas alturas, podemos concluir que ha sido un éxito. Digo esto porque ha conseguido lo que se pretendía: abrir el debate sobre los deberes y conseguir muchos apoyos (entre los padres) a su postura contraria a ellos. En este artículo no pretendo debatir sobre su conveniencia o no, sino ayudar a entender por qué ha estallado este rechazo a los deberes.
La escolarización obligatoria de todos los niños es, en mi opinión, uno de los grandes logros de las sociedades occidentales modernas. Creo que no hay nada que haya favorecido más la igualdad de oportunidades que la educación pública. Sin ser dicha igualdad absoluta ni permanente, sí es cierto que cualquier niño puede, hoy en día, ascender social, cultural e incluso económicamente a base de estudiar en la educación pública. Ese ascenso supone para el alumno muchas horas de esfuerzo, de soledad en un escritorio, de hincar codos, de estudiar y, claro, de hacer deberes.
Imagine por un momento que usted es una de esas personas que está en lo alto de la pirámide social. Uno de esos que sale perjudicado por el hecho de que cualquier niño pueda abrirse paso en la sociedad a base de esfuerzo, llegando a quitarle el sitio a quienes creen merecerlo por simple herencia, por inercia social. Posiblemente en esa situación la educación pública le pareciera una mala idea y quisiera dañarla. Y pedir que se eliminen los deberes podría ser una muy buena manera de hacerlo. ¿Es este el motivo para que se haya creaado esta ola “anti-deberes”? ¿Hay una conspiración del poder para cargarse este ascensor social que es la educación pública poco a poco? Sinceramente, creo que no. Partiendo de que la explicación de las cosas suele ser la más sencilla, yo descartaría esta opción.
no hay nada que haya favorecido más la igualdad de oportunidades que la educación pública
La realidad es que los deberes no encajan en la educación que nuestra sociedad da a sus hijos. Una educación basada en el aquí y el ahora, en intentar que nuestros hijos no tengan problemas nunca (como si eso fuera posible), en el hedonismo mal entendido. Una educación que sustituye los valores por el materialismo y que consigue hacer creer al niño que las cosas se consiguen porque sí, por inercia, por el simple hecho de tener derecho a ello. Todo esto dentro de un sistema que hace que ascender socialmente sea cada vez menos necesario porque hemos interiorizado que aquí abajo se vive muy bien (y así es si vemos el mundo desde un punto materialista). Para posicionarse contra los deberes no hay motivos de tiempo (el 70% de los niños entre 3 y 11 años usa YouTube diariamente y el 85% va a actividades extraescolares) ni de no poder ayudarles (los deberes se proponen para que el estudiante los realice de manera autónoma). El único motivo es que esa obligación no casa con la edución ausente de obligaciones que damos a nuestros hijos.
Pero no se preocupen quienes piden el fin de los deberes: lo conseguirán. Nuestros políticos desideologizados acudirán prestos a cualquier demanda absurda de sus amados votantes. Y lo que ocurrirá entonces es que las familias con un mayor nivel cultural, con padres con mejores empleos que les permitan tener más tiempo libre, ocuparán el tiempo que antes llenaban los deberes con actividades intelectualmente positivas. Los hijos de quienes no tienen cultura ni tiempo para ayudarles verán llenadas sus tardes de entretenidísimas actividades extraescolares y consolas. Nuestra sociedad habrá dado otro paso más en la involución por la igualdad de oportunidades en la que hace tiempo estamos. Pero qué más da. Tenemos YouTube.
ACERCA DEL AUTOR
Juan Carlos Cano es Diplomado en Magisterio de Educación Física, ha desarrollado su actividad profesional en múltiples campos del sector educativo: Planes de Formación públicos, actividades extraescolares, clases particulares, academias, etc. Se define como defensor de la educación pública, considerando que ésta debe ser la joya de la corona en cualquier estado. Según sus propias palabras: «una educación que forme ciudadanos, no empleados».
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