Esta entrevista forma parte del trabajo en Sciences de l’information et de la communication I de Marie Marzal para la Universidad de París I Panthéon-Sorbonne. Ha sido publicada originalmente en francés y su traducción, por Antonio Bardel, se publica por primera vez en LQNU por cortesía de Alvise Pérez.
Hoy entrevisto a Alvise Pérez, un joven español que tiene los tres ingredientes más importantes para triunfar: juventud, liderazgo y una inteligencia mordaz e incisiva. Aunque tiene un defecto difícil de salvar: es liberal.
Este joven español de origen sevillano, una ciudad del sur de España, ha conseguido, con apenas 26 años, ser el primer español en casi 70 años de Historia en conseguir acceder a través de una organización británica a una delegacía en la Federación Internacional de Jóvenes liberales, como también primer representante español de la historia de la británica Jóvenes Liberales, los jóvenes líderes del partido Liberales y Democratas, desde que la Federación Internacional de jóvenes liberales, la más relevante del mundo con más de 100 organizaciones y 2 millones de jóvenes liberales representados, se fundara en Cambridge en 1947.
La enorme crisis económica de 2008 provocó la huída de este veinteañero de una España que no sólo sufrió una crisis económica –con la explosiva mayor burbuja inmobiliaria de la historia de su país– sino también una crisis social, institucional, territorial y política, alimentada con un desempleo que llegó a alcanzar el 23,64% de toda la población activa y al 55% de todos aquellos que, como él, tenían menos de 25 años.
Hoy es un ponente universitario en congresos y conferencias sobre política internacional y libre mercado que acumula éxitos de análisis en estrategia electoral desde West Yorkshire, es miembro de los Liberal Democrats en la región, ha trabajado en la misión diplomática Instituto Cervantes y participa como el asesor externo más joven de la próxima capitalidad europea de Inglaterra, rol que compagina con su trabajo en la University of Leeds y unos inicios en el análisis de asesoría institucional sobre la que se explica con una soltura propia de quien lleva toda una vida dedicada a una consultoría de éxito.
P: Antes de entrar has dicho algo que nos ha llamado mucho la atención. Dices que el sistema capitalista es “el más altruista y cooperativo que existe”. ¿Lo dices porque los ricos de Suiza cooperan explotando a los pobres de Malasia?
No. Lo digo porque se basa en la división del trabajo y la producción agregada. El capitalismo no es sólo el enfrentamiento entre modelos productivos.
P: ¿Pero no es evidente cómo se benefician los ricos de los que sufren la pobreza?
Entiendo que intentas referirte a ejemplos de abusos o fraudes contractuales, pero no al sistema económico que ha conseguido reducir a mínimos históricos el porcentaje de personas en extrema pobreza. Un sistema que reduce la miseria mundial del 35% de la población mundial en 1990 al 10,7% en 2013 no me parece un mal sistema. Aunque obviamente tiene cosas mejorables.
P: Tampoco ha habido nunca antes tantísimos super ricos, ¿Acaso estos super ricos no guardan relación con la pobreza?
Para que haya pobres no hace falta que haya ricos. La pobreza no es la otra cara de la riqueza; es su ausencia. El estado natural de las cosas. El objetivo de la redistribución no es evitar que haya super-ricos, sino garantizar la igualdad de oportunidades y estados de dignidad para todo ser humano, y ligar su desarrollo por encima de ese margen bajo criterios meritocráticos.
El problema es cuando hay privilegiados estatales, monopolios, legislaciones injustas y burbujas que atentan no sólo contra los principios de mérito, sino contra la propia esencia del libre mercado y de la libertad humana.
P: ¿Que haya entonces una élite del 1% de la población que acumule la mitad de la riqueza mundial es algo que te parece bien?
No. Me encantaría que el 100% tuviera una riqueza semejante. Dicho lo cual, entiendo que es fácil simplificar la realidad económica, pero la riqueza de ese 1% no se basa en la acumulación, sino en la creación de sistemas empresariales. Por eso el 1% más rico es voluble; porque no es siempre el mismo, y no lo conforma sólo Paris Hilton sino también personas humildes que han tenido éxito en el libre mercado. Lo que significa esa diferencia no es tanto que haya una élite inmutable de acumuladores que explotan al resto del planeta, sino una mayoría del planeta que ha sido incapaz de crear entornos compatibles con la creación de empresas de éxito. Que la mayoría del planeta esté empezando a generar entornos institucionales basados en la propiedad privada y el estado de derecho es positivo para todos; ricos, pobres y clase media. Criminalizar a los ricos en vez de aprender de ellos y analizarlos por sus éxitos empresariales y creación de riqueza me parece un error.
P: ¿Una mujer que cobre 700 euros al mes te parece que vive con dignidad?
Una persona que cobra 700 euros podría vivir muchísimo mejor con 2.000 euros al mes y podría vivir muchísimo peor estando en paro y sin ingresos. Pero más allá de que la dignidad no se reduce a un ámbito económico, lo que la retórica marxista no entiende es que para aumentar esos salarios hay que reducir el desempleo, y que una persona vive mejor con 700 euros al mes que sin salario. Pero podría responderte con otra pregunta: ¿Por qué una renta básica de 700 euros mensuales es digno, pero un salario de 750 euros no lo es? Todo aquél sistema que permita que la gente pueda tener muy buenos salarios gracias a la igualdad de oportunidades y se elimine la carencia material en toda la población me parece positivo. Pero sí; obviamente me gustaría que cada vez más gente pudiera cobrar 2.000 o 3.000 euros. En eso estamos.
P: En fin. Consultando varias redes, llama la atención tus resultados de influencia teniendo un círculo comparativamente pequeño. Con apenas 10.000 seguidores en total has conseguido manipular las redes sociales varias veces, tener impactos únicos de más de medio millón de personas, ser tres veces tendencia nacional, y estar entre los 100 perfiles políticos más relevantes de las redes en influencia digital española, e incluso entre los 30 veinteañeros políticos con mayor influencia en redes sociales. ¿Cómo se consigue esto?
Yo no me fiaría mucho de esos rankings. ¿Dónde ves estas cosas? La verdad es que no sigo eso, pero sí noto que la burbuja digital es un muro invisible en el que la gente se retroalimenta sólo y exclusivamente con perfiles, medios y blogs que reafirmen sus propios prejuicios (lo que en lógica llamamos “sesgos de confirmación”). Entiendo que eso explica en parte lo que comentas, especialmente los que somos liberales que critican tanto el conservadurismo y socialismo de sus países como el equivocado ultra-individualismo de algunos compañeros.
P: ¿Cómo se evita esa burbuja en internet?
Puedes hacer búsquedas avanzadas, anónimas, o engañando a los algoritmos para que no te muestren sólo lo que creen que quieres ver. Poniendo “más recientes” en tu timeline de Facebook, compartiendo artículos o publicaciones que no piensan como tú y añadiendo tu crítica, charlar con personas que están en tus antípodas ideológicas… pequeños gestos para descubrir siempre las dos, tres o cuatro versiones de un mismo asunto.
Entiendo que para mucha gente es difícil seguir a alguien con quien a veces no coincides en absoluto. Tiene que ser duro vivir con un continuo ataque de nervios y el riesgo a que por hablar con gente que no piensa como tú te salga una úlcera. Esto último no lo pongas que no quiero que me denuncie la asociación de úlceras y heridas crónicas (risas)
P: La dictadura de la políticamente correcto, ¿no?
Sí.
P: Pero tú eres bastante correcto políticamente. No hemos encontrado una sola salida de tono o malas maneras en ningún sitio.
Insultar y perder las formas no es la única incorrección que existe. Basta tener una opinión externa al convencionalismo actual para que llames la atención de la nueva KGB virtual y pidan tu dimisión, tu cabeza, o tu dignidad de por vida. Y si tienes una mascota cuidado con que te la quieran quitar porque un monstruo con criterio propio no debería estar a cargo de ningún animal (risas).
P:¿Los liberales sufrís mucho esto?
Los liberales y todo el mundo en general, aunque nosotros quizá estemos más entrenados a enfrentarnos a esto una vez superamos la primera etiqueta hueca de “neo-liberales”, pero hay gente verdaderamente intimidada, que tiene miedo a criticar el feminismo radical, el estatismo o a “fundambientalistas” (fundamentalistas del medio ambiente) que te comparan con un asesino por no comer hamburguesas de soja, y eso es muy perjudicial porque alimenta el hermetismo social y de pensamiento. Y sin libertad de pensamiento de nada sirve la libertad de expresión.
P: ¿”Feminismo radical” no es lo que usan los machistas para defenderse?
No. Es una forma de referirse a una interpretación del feminismo que atenta contra el verdadero significado del feminismo como tal, que es la igualdad. Y las radicales que se refugian en el término “feminismo” para construir igualdad contra los hombres deberían ser repudiadas por las verdaderas feministas. Yo lo uso y no soy machista, a no ser que para ser machista baste con ser hombre. Entonces sí, pero volveríamos a esa definición.
P: ¿El feminismo es construir igualdad contra los hombres?
El feminismo no. El ‘feminismo radical’, sí. A día de hoy no somos iguales ante la ley. Es como si intentas abolir la esclavitud de los negros esclavizando a los blancos, bajo la excusa de que los blancos nunca han sido esclavizados. Un absurdo que, por cierto, tampoco es que funcione. Y esto lo comento en desacuerdo con llamar al totalitarismo ideológico «feminismo radical», porque el feminismo es igualdad, y ser radical en la defensa de la igualdad es siempre algo positivo. Pero es pura auto-defensa dialéctica.
P: Actualmente cursas Filosofía, Políticas y Economía. Una carrera elitista y polémica desde que empezara a ofrecerse en Oxford por considerarse una escuela de políticos profesionales. De su programa académico han salido muchos de los grandes diplomáticos y altos funcionarios actuales, e incluso 3 de los últimos primeros ministros de Inglaterra (Edward Heath, Harold Wilson y David Cameron). El éxito de vuestro programa académico ha hecho que incluso 5 de los 22 ministros nombrados por el último primer ministro tengan dicha titulación. ¿No está nada mal la proporción y el impacto político, no?
Es una proporción muy generosa para las pocas personas que lo cursamos. Siempre he tenido interés en cómo funcionamos como sociedad, y una carrera que aborda este campo bajo el análisis de esos mismos fundamentos morales y un conocimiento preciso de la ciencia política y económica me causó mucho interés. Cursarla era cuestión de tiempo, esfuerzo y dinero. Por tu gesto diría que estás utilizando el término “elitismo” en su sentido peyorativo. Personalmente pago sin ayuda, con mi propio trabajo y sumo esfuerzo hasta la última libra del gigantesco préstamo que he tenido que asumir para poder cursarla.
P: No es lo común.
¿Pagarte tú mismo estos estudios? La verdad es que no lo sé; desconozco la renta familiar media de mis compañeros. Personalmente voy a las tutorías andando, sin chofer, sin mayordomo y sin Isabel Preysler siguiéndome con una bandeja de Ferrero Rocher (risas).
P: ¿Qué os enseñan? ¿cómo mentir en un programa electoral? ¿técnicas de posado en actos de inauguración?
Básicamente teoría, práctica y análisis político, fundamentos morales de la ideología política, criminología, economía aplicada, mucha legislación, formulaciones matemáticas, materias y metodologías para la excelencia en la construcción de criterio y análisis de mejora en procesos cognitivos, etcétera. Hay una fuerte orientación a la independencia y excelencia en la creación de tu propio criterio, aunque una clase de posado para alguien tan poco fotogénico como yo no iría mal. Mi madre agradecería que subiera más fotos a Facebook y menos textos (risas)
P: ¿Qué le dirías a los que dicen que estos estudios son una “escuela de políticos” que crean una élite gobernante de “políticos profesionales”?
Bueno, cuando dices “élite” me recuerdas que es imposible lograr la excelencia si uno se limita a satisfacer el ego, la ambición simplista o la avaricia. Dicho lo cual, cuando un político se “profesionaliza” tiende a mezclar los legítimos intereses de éxito personal con aquellos institucionales, y esto suele provocar una auto-justificación para servirse de la política, que es precisamente lo que la degenera. ¿Es posible dedicar tu vida al ejercicio activo de la política sin corromperse de tal modo? Absolutamente. ¿Es lo recomendable? Pues viendo la facilidad con la que las buenas almas se corrompen ante el poder, yo diría que no. Depende mucho de la fortaleza de cada uno en sus propias convicciones morales, pero sí; un político que sólo sabe de política no puede ser un buen político.
P: ¿La representación política actual aguanta bien esa corrupción moral?
Según estamento y país pero, sobre todo, según cómo sea el sistema político. En España por ejemplo tenemos una de las peores percepciones sobre corrupción de Europa. Y no es porque los españoles seamos peores que vosotros los franceses o porque estemos sufriendo una maldición bíblica, sino porque el sistema como tal facilita más que en otros países esas corruptelas y se atenúa la percepción sobre el orgullo en la representación.
Al Gobierno deberían llegar sólo y exclusivamente los mejores; esas personas que han demostrado éxito y ejemplaridad y que acceden a puestos de gran relevancia en base al orgullo que toda la sociedad tiene al ser representados por gente noble, recta y fervorosamente comprometida. El problema es pensar que el sistema democrático que permite la igualdad de oportunidades para el desarrollo personal consista realmente en que cualquiera, independientemente de su preparación académica, experiencia o rectitud moral, pueda ocupar dichos puestos. Vamos, el cáncer de la democratización.
P: ¿La democratización de la política es negativa?
La democratización de todos los aspectos sociales y culturales, incluida la política, sí, ha provocado un declive masivo.
P: ¿Por qué?
Porque algunos confundieron la igualdad de oportunidades con una barra libre igualitarista. Teóricamente la democracia se suponía un sistema para que la elección ayudara a tener un fiscalizado gobierno de los mejores, y hoy lo que tenemos es la generación de políticos más mediocres y populistas de los últimos 30 años. Y a querer a los mejores, más nobles, ejemplares y mejor preparados en los puestos de responsabilidad se le ha llamado ser “elitista”, como si crear una élite fuera algo malo.
P: ¿Una élite privilegiada que vive independiente a la sociedad no es malo?
Privilegiados somos todos por el hecho de nacer en Europa y formar parte del 8% más rico del planeta, e incluso por poder ducharnos con agua caliente cada mañana, pero si viven con privilegios legales y sin preocuparse por la sociedad entonces son ‘casta’, no élite en absoluto y, por ende, dejan de ser los mejores. Pero que yo y otros queramos que lleguen los mejores no implica elitismo en sentido peyorativo alguno. El Chateau Lafite Rothschild no es el vino más caro porque sea un lujo exclusivamente para ricos; es el más caro del mundo porque sólo los mejores paladares, educados y entrenados para ello, podrían diferenciarlo de un cartón de vino cualquiera. Entiéndase el paralelismo.
P: ¿Y qué sugieres? ¿Limitar el acceso a la política y a la universidad?
En absoluto. Lo que defiendo es que el justo acceso basado en la igualdad de oportunidades, sea en la universidad o en ciclos formativos, no provoque la bajada de los estándares educativos. Y que los votantes exijan listas abiertas precisamente para poder ejercer el mismo principio y exigencia de calidad a nivel político. ¿Que yo suspensa un ensayo en esta carrera debería provocar que el próximo ensayo sea más fácil, o que me esforzara más para intentar aprobar el próximo? Lo segundo crea una sociedad preparada. Lo primero, una en decadencia y proclive a la mediocridad.
P: Una última pregunta, Alvise: ¿A qué se dedica tu padre?
No tengo padre. Mi madre es una espléndida auxiliar de enfermería que gana con mucha dignidad algo menos de lo que tú consideras digno. Por cierto que por preguntar sólo por mi padre alguna radical podría llamarte machista.
Muchas gracias.
Gracias a ti.
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ACERCA DE LA AUTORA
Marie Lucie Marzal reside en París. Es periodista por la Universidad La Sorbona de París y ha entrevistado a varios políticos europeos