PEDRO JOSÉ NAVARRETE – Cuando yo llegué a esta capital de reino, en otoño de 1983, todo el orgullo patrio local se asentaba en un desvencijado taburete provinciano pese a sus tres robustas patas: al-Hambra, una de las siete maravillas del mundo y durante casi tres siglos capital de Andalucía; la universidad, de patronazgo imperial y la segunda más antigua de España, sólo adelantada por Salamanca, viviendo sus días de gloria como sede del distrito universitario de Andalucía Oriental (Almería, Granada, Jaén, Málaga y, por extensión, Murcia); y su capitalidad como distrito sanitario de Andalucía Oriental (Almería, Granada y Jaén).
